domingo, 27 de julio de 2008

Domingo melancólico


El domingo transita lento, entre los títulos de los diarios, el mate y las palabras confusas que surgen de mi teclado.

La incertidumbre rodea mi espíritu y lo acorrala, dejándome sin sensaciones, sólo emerge la tristeza.

Y evocando esa tristeza surge la imagen de Eduardo Gudiño Kieffer. Un maestro.

Cuando estaba terminando el colegio secundario, leí:"Para comerte mejor". Enseguida pensé: yo quiero escribir como él.

La vida me llevó por otros caminos, estudié en la facultad de Ciencias Exactas de la UNLP. Trabajé en sistemas en el ámbito privado.

Transcurría el año '87, la parte bohemia de mi ser estaba dormida entre pañales y obligaciones, fue por ese entonces que decidí empezar un taller de guión para tv. Desde ese momento hasta hoy no paré en mi carrera como escritora.

En el año '95 me invitaron a un almuerzo en la embajada de la India, frente a mi, se sentó Eduardo. Casi muero de la emoción. El momento fue distendido y pude hablar con él. De pronto, antes del postre, él se levantó, se disculpó y se fue.

Ante esa actitud, sin pensarlo demasiado, lo corrí y le dije que quería hacer taller con él. Me dijo: "llamame, estoy en la guía".

Tardé varios meses en hacerlo, no me animaba. Hasta que, al final, concertamos una entrevista, en la cual tuve que llevar algunos de mis escritos. Y, desde ese momento, hasta su fallecimiento, fui alumna de su taller.

Compartí con él mucho. Y le voy a estar siempre agradecida.

Supongo que hoy debe estar cerca mío, por eso lo recuerdo.

2 comentarios:

Abril Lech dijo...

Seguroq ue está muy cerca tuyo y por eso lo recuerdas...


¿Qué te estaría diciendo con los ojos fijos en vos?

Grace dijo...

Me diría que siga adelante, que siga escribiendo.
Que la mejor novela está por llegar! (eso me lo dijo personalmente)