viernes, 21 de marzo de 2008

Mística




Este árbol está en la entrada del altar de la Virgen Inmaculada Madre del Santísimo Corazón Eucarístico de Jesús, en Salta.

Sus ramas, colmadas de rosarios que la gente deja como ofrendas, despiertan la armonía que, muchas veces, está dormida en el estrés cotidiano.

El silencio del lugar es un murmullo de rezos.

El camino entre la montaña es una conexión directa hacia el ser interior.

Las lágrimas es la mayor expresión de agradecimiento.

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