miércoles, 9 de enero de 2008

Cuarenta grados de sensación térmica...

El calor afecta nuestro estado de ánimo. Nos volvemos agresivos, taciturnos, nos pesan los músculos, gruñimos en vez de hablar. Mencionamos la palabra "calor", fácil, unas quinientas veces por día. Imploramos a los dioses que nos manden la lluvia. Bebemos litros de agua, gaseosas, cervezas, nuestras panzas se inflan como globos.

Los lugares con aire acondicionado son un respiro, lástima que nos cortan la luz. Intentamos darnos varias duchas refrescantes, pero, lamentablemente nos quedamos sin agua.
El alivio de la sombra no existe, está tan caliente como el sol.

Por suerte cambiamos los relojes, a las nueve de la noche sigue siendo de día, cenamos mas tarde, nos acostamos a cualquier hora pero el despertador suena a la misma de siempre porque tenemos que ir a trabajar.

Los demonios florecen y se adueñan de nuestros pobres espíritus.
Ayer fui al correo y tenía delante de mí diez números, una señora empezó a los gritos con el empleado porque quería que le entregara el formulario para hacer una carta documento ya, ella no iba a esperar ni un minuto mas. Una discusión bizantina se generó por el transcurso de varios minutos.

Hoy cuando estuve en la peluquería uno de los chicos que lava la cabeza, dejó plantado a todos y se fue, sólo dijo que le hicieran la cuenta con lo que le debían y que no iba a volver mas.
También sucedió en el banco, la cajera le sugirió a un cadete que volviera con el papel que le faltaba pero que no hiciera otra vez la cola. Cuando este chico se acercó, como ella le había indicado, la gente de la fila empezó a los gritos: "negro de mierda" (lo mas suave que le dijeron), le tiraron del pelo, de la mochila, tuvo que intervenir la policía y la seguridad del banco para hacer una ronda y proteger al chico de la jauría.

Perdonémosnos el calor mata...

¿O nos matamos nosotros mismos?


2 comentarios:

Abril Lech dijo...

¿Será el calor? ¿O el enojo de quienes en enero tuvieron que quedarse trabajando y no salir de vacaciones? Que el calor o el frío sean parte de la excusa del maltrato general merece una buena regada de manguera de bombero a todos esos intolerantes con los que te cruzaste :-)

En fin, finalmente siempre la culpa es de otro: del tiempo, del mes, del día, de la hora, del que atiende, del que no atiende, del que...

Grace dijo...

Es verdad, la culpa siempre es del otro.
Hay que hacerse cargo!
Si todos nos hiciéramos cargo sería diferente, tanto que no nos damos cuenta.